La
materia, en el Big Bang, era un punto de densidad infinita que, en un momento
dado, "explota" generando su expansión en todas las direcciones y
creando lo que conocemos como nuestro Universo.
Inmediatamente
después del momento de la "explosión", cada partícula de materia
comenzó a alejarse muy rápidamente una de otra, de la misma manera que al
inflar un globo éste va ocupando más espacio expandiendo su superficie.
Según
se expandía el Universo, la radiación residual del Big Bang continuó
enfriándose, hasta llegar a una temperatura de unos 3 K (-270 °C). Estos
vestigios de radiación de fondo de microondas fueron detectados por los
radioastrónomos en 1965, proporcionando así lo que la mayoría de los astrónomos
consideran la confirmación de la teoría del Big Bang.
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